PER QUÈ UN SOMRIURE?
David Rota porta endavant una bonica iniciativa, Common Greatness: una foto y una historia: on recupera les històries senzilles de diverses persones que es presenten per elles mateixes i no pels seus objectes materials, tal i com era habitual abans de la crisi amb allò de 'tanto tienes, tanto vales'. David és fotògraf i col.leccionista de somriures. En aquesta ocasió ha retratat el meu amb els meus records i experiències. Un somriure si no és compartit, no té cap valor, ni cap sentit. El somriure és l'eina més poderosa contra la ignorància.
David Rota porta endavant una bonica iniciativa, Common Greatness: una foto y una historia: on recupera les històries senzilles de diverses persones que es presenten per elles mateixes i no pels seus objectes materials, tal i com era habitual abans de la crisi amb allò de 'tanto tienes, tanto vales'. David és fotògraf i col.leccionista de somriures. En aquesta ocasió ha retratat el meu amb els meus records i experiències. Un somriure si no és compartit, no té cap valor, ni cap sentit. El somriure és l'eina més poderosa contra la ignorància.
“La patria es la infancia. Hablar de mí misma me
conduce, inevitablemente, hasta mi Alcoy natal: una ciudad llena de puentes,
barrancos e historia que nos ha legado un patrimonio de arquitectura fabril,
arqueología de la industrialización y edificios modernistas de gran belleza. Los
alcoyanos somos hijos de la revolución industrial.”
Este es el comienzo de la historia de Amàlia. Partimos de su ciudad y recorreremos las distintas vivencias que le han llevado hasta el momento en que se ha sentado a compartirlas.
Melómana por culpa de la melodía rítmica que desprendían los conocidos telares de Alcoy. “ Había centenares de ellos que daban trabajo y riqueza. Escarbando en la memoria he descubierto que el gusto por la música y los ritmos me viene de aquel sonido primitivo. Todos los días, camino de mi casa hasta el colegio, escuchaba la vibración de los telares. Un sonsonete que ha marcado mi oído. Mis primeros años de vida trancurrieron en un ambiente industrial, con el olor de las telas y de los conos de hilo”.
Grabada en sus retinas infantiles han quedado para siempre los paisajes: “ estés donde estés en Alcoy siempre ves la montaña. La tienes al lado. Casi la puedes tocar. Lugares maravillosos y llenos de bonitos recuerdos como el Parque Natural de la Font Roja, la Serra de Mariola o el Barranc del Cint donde tantes veces he estado con mis padres.”
Este es el comienzo de la historia de Amàlia. Partimos de su ciudad y recorreremos las distintas vivencias que le han llevado hasta el momento en que se ha sentado a compartirlas.
Melómana por culpa de la melodía rítmica que desprendían los conocidos telares de Alcoy. “ Había centenares de ellos que daban trabajo y riqueza. Escarbando en la memoria he descubierto que el gusto por la música y los ritmos me viene de aquel sonido primitivo. Todos los días, camino de mi casa hasta el colegio, escuchaba la vibración de los telares. Un sonsonete que ha marcado mi oído. Mis primeros años de vida trancurrieron en un ambiente industrial, con el olor de las telas y de los conos de hilo”.
Grabada en sus retinas infantiles han quedado para siempre los paisajes: “ estés donde estés en Alcoy siempre ves la montaña. La tienes al lado. Casi la puedes tocar. Lugares maravillosos y llenos de bonitos recuerdos como el Parque Natural de la Font Roja, la Serra de Mariola o el Barranc del Cint donde tantes veces he estado con mis padres.”
Pese a que en casa son valencianoparlantes sus
progenitores se dirigían a ella en castellano. “Era muy curioso. En aquella
época del desarrollismo industrial y del franquismo, estaba prohibido utilizar
el valenciano en los centros oficiales y en los lugares públicos. Se
consideraba que una chica que iba a un colegio de monjas, una señorita, tenía
que hablar en castellano. Mis padres conversaban en la lengua autóctona y a mi
hermano, siete años mayor que yo, le hablaban en valenciano, pero a mi no. A
los 18 años me fui a Barcelona a estudiar periodismo. En la facultad fue donde descubrí
que aquella lengua que mi familia utilizaba en el ámbito doméstico, también
existía en el campo del conocimiento. Mientras hacía prácticas de redactora en
la SER me encontré con una actuación de Ovidi Montllor que era paisano mío y me
quedé muy impactada viéndolo en escena con esa prosodia tan suya, con esa
poderosa teatralidad cantando y recitando a nuestros poetas en la lengua de la
que yo había bebido sin ser consciente de ello hasta ese momento. El idioma de
mis abuelos estaba prestigiado, socializado. Tenía poesía, literatura y música...
Entonces me dije ‘¡caray, si esa lengua tan bella es la que he oído hablar a
mis padres!’ y cambié el chip. Dado que el valenciano lo tenía aprendido de
manera pasiva fue muy fácil ponerlo en práctica de un día para el otro”.
Amàlia es periodista pero siempre se ha sentido
cercana a la vida bohemia. “Quería ser actriz. De pequeña hice danza clásica,
luego me apunté a otras disciplinas del baile. Me encantaba la interpretación y
organizaba teatros y coreografias en el colegio. También me gustaba escribir. Ganaba
todos los concursos de redacción de La Salle donde hice el bachillerato”. Pero
tenía la dicotomía de si dedicarse a trabajar en los medios de comunicación o
introducirse en el mundo del arte. “Cuando me fui a Catalunya estudié Ciencias
de la Información, y al mismo tiempo me apunté a la Escuela de Teatro de
Barcelona, compaginando las dos cosas” hasta que, antes de acabar la carrera,
empieza a trabajar en TVE y se mete de lleno en la dinámica laboral. “Tuve que
dejar esa parte creativa del teatro que me gustaba muchísimo. A partir de ahí
empieza mi trayectoria profesional. En 1989 finalicé los estudios. Ese mismo año se inauguraba la
Radio Televisión Valenciana, el proyecto comunicativo más ambicioso que jamás
habíamos tenido los valencianos. Vine, me hicieron pruebas de redacción y de
locución y así, sin pensarlo demasiado, ne trasladé de Barcelona a Valencia. No
tenía amigos, ni casa, ni nada. No es que supusiera ningún problema, ya que
siempre me ha gustado viajar y probar otros mundos y en esta ocasión, sólo se
trataba de 300 km de distancia. Tan cerca, pero tan lejos… En Barcelona estaba
muy a gusto. Tenía futuro profesional y dejé grandes amistades allí que todavía
mantengo, pero me arrastró el deseo irrefrenable de estrenar nuestra RTVV. Fui
una privilegiada al poder estar en la gestación y en el parto de la radio autonómica. Me siento muy orgullosa
de aquel momento. Me creí totalmente los principios de la Ley de Creación del
año 1984 que garantizaba la promoción de nuestros creadores y donde la lengua
vehicular era el valenciano. Teníamos puestas muchas expectativas y aquel
primer equipo que iniciábamos un camino virgen, trabajábamos cargados de
ilusión y de un sentimiento de gran responsabilidad. Era la primera vez en
nuestra historia como pueblo que podíamos dar a conocer la noticias del mundo
en la lengua materna y desde un prisma valenciano. Esa ha sido la brújula que
me ha guiado en la radio durante los 24 años de oficio. He ido creciendo,
madurando y cultivando mis propios criterios que, en demasiadas ocasiones,
chocaban con los codiciosos intereses partidistas de los sucesivos gestores que
han desfilado por RTVV durante dos décadas y que nos han dejado una deuda de
más de 1.300 millones de euros.”
“Casi 25 años después, aquel sueño fue un engaño.
Todavía no doy crédito a la desaparición de RTVV que se ejecutó por decretazo y
con la policía ocupando los edificios de la televisión y de la radio. No doy
crédito a que hayamos recibido este golpe de estado mediático que hiere
profundamente nuestro estatuto de autonomía. Un hecho gravísimo que los
valencianos no debemos normalizar. Todo lo contrario, con el cierre de RTVV a
la fuerza, hemos retrocedido a tiempos pre-democráticos. A aquellos años de mi
primera infancia en los que la lengua autóctona era utilizada sólo en ámbitos
domésticos. La visión de lo que pasa en el planeta nos llega solamente desde
medios audivisuales externos con algunas pequeñas desconexiones ‘regionales’.
Los valencianos somos los únicos en Europa y en el Estado Español que vivimos
esta situación de anormalidad democrática. A nivel personal, me han expulsado
del mercado de trabajo y han matado la industria audiovisual con el 92% de paro
que se registra en el sector actualmente. Pero no estoy deprimida, ni tampoco
estoy desanimada. Todo lo contrario. Yo soy de las personas que se crecen ante
las adversidades y las injusticias. Creo que hemos tocado fondo y ese hecho nos
tiene que servir de impulso para ser capaces de construir desde cero con todas
las lecciones aprendidas. Me encuentro en un momento de muchísimo movimiento.
Es una evolución que no sé bien hacia dónde me lleva. Me siento en expansión, con
una trayectoria vital ya hecha, con madurez, cargada de energía, y con ganas de
construir.”
En cuanto a su percepción de futuro, “el miedo es
libre, es un sentimiento humano que puede paralizar o activar. Si me dejara
llevar por los múltiples miedos que nos inyectan en vena cada día, sería
incapaz de proceder con sensatez. En mi balanza predomina el positivismo. Tengo
el deber conmigo misma de ser honesta, de esforzarme en seguir construyendo
allá donde hay destrucción. Veo a mi alrededor negatividad y ruido. Para mi, la
madurez es más efectiva que la inconsciente y divina primera juventud. Percibo
el escándalo de los diversos ruidos porque no vivo en una burbuja, pero no
quiero formar parte de ellos. Confio en la coherencia- muchas veces silenciosa- de las
buenas personas y tengo esperanza en la capacidad de una ingente masa de seres
humanos que están preparados para construir. Yo voy con ellos de la mano
compartiendo nuestras sonrisas perseverantes y caminando de manera decidida hacia
el futuro.”
El motivo por el que sonríe es… “Muy sencillo. Por el
hecho de estar viva. Comenzamos a sonreir en el útero materno ¿Por qué tengo que
dejar de hacerlo?. La sonrisa es señal de inteligencia frente a la ignorancia.
És una fuerza vital que nos ilumina. La mejor arma para avanzar y ser más
felices.
Desde el punto de vista colectivo, las bases sociales están marcando el itinerario de la manera de hacer la política en el futuro. El salvaje neoliberalismo nos lleva hacia el suicidio colectivo. Cada vez hay más daminificados a causa de esta práctica que sólo beneficia a los lobbies poderosos. Los ciudadanos se unen, forman parte de plataformas diversas, de entidades y de colectivos que luchan por revertir esta situación de crisis permanente que en pleno siglo XXI reproduce el despotismo ilustrado: ‘todo para el pueblo pero sin el pueblo’. Aquellos que sean responsables de los gobiernos tendrán que escuchar, tender la mano a esas base social y trabajar junto a ella. Se trata de hacer política desde abajo hacia arriba con verdadera vocación de servicio público, pensando en el bien común. Llámame utópica, pero pienso que nos dirigimos hacia ese destino, y lo creo sinceramente”.
Desde el punto de vista colectivo, las bases sociales están marcando el itinerario de la manera de hacer la política en el futuro. El salvaje neoliberalismo nos lleva hacia el suicidio colectivo. Cada vez hay más daminificados a causa de esta práctica que sólo beneficia a los lobbies poderosos. Los ciudadanos se unen, forman parte de plataformas diversas, de entidades y de colectivos que luchan por revertir esta situación de crisis permanente que en pleno siglo XXI reproduce el despotismo ilustrado: ‘todo para el pueblo pero sin el pueblo’. Aquellos que sean responsables de los gobiernos tendrán que escuchar, tender la mano a esas base social y trabajar junto a ella. Se trata de hacer política desde abajo hacia arriba con verdadera vocación de servicio público, pensando en el bien común. Llámame utópica, pero pienso que nos dirigimos hacia ese destino, y lo creo sinceramente”.